Lo mejor de mi no lo vas a tener. Ahora ladra tu lástima como un chucho hambriento y dime que no me querías, mientras te arrastras y aullas gruñidos sin fuerza pidiendo un mendrugo de pan mohoso. (Te seguire dando mínimas migajas de ali(m)ento . Me verás de vez en cuando, de lejos, para que no te mueras de pena. Saciaré tu sufrimiento. Odio los cadaveres) Yo no voy a llorar. Ni tu dolor, ni tu rabia me conmueven. Sólo puedes hacer una cosa. Sabes muy bien QUE. No hay perdón esta vez.
jueves, 7 de junio de 2007
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